Las
manos de Edmond Baudoin se deslizan sobre el papel en una danza frenética que
deja recuerdos de tinta aquí y allá hasta formar un todo. Una escena que tuvo
lugar ayer en el Institut Français de Madrid con la presentación de Mestizaje
Noir, un repaso a la génesis de Los cuatro ríos.
Baudoin comienza a esbozar |
Con la Semana Negra
de Gijón como telón de fondo, Mestizaje Noir muestra el proceso creativo de esta obra
publicada en Francia en el año 2000 y en España, en 2009. En ella encontramos
algunas de las planchas originales con las que Baudoin dio vida a las palabras
de Fred Vargas, cuyos textos encontraremos yuxtapuestos a las imágenes hasta el
28 de noviembre en la Galerie du 10.
Tinta viviente
Una exposición en la
que la tinta ha tomado forma con la palabra y luego, en el dibujo para sorprender
incluso al propio Baudoin, que se dijo impresionado por el resultado final y
entre risas invitó a visitarla: "Va
a estar un tiempo aquí, ¡así que pueden traer a toda la familia!"
De la mano de Lorenzo Silva, autor de novela gráfica negra y alma mater de Getafe Negro, se desnudó el
proceso creativo de Los cuatro ríos en una masterclass en la que Baudoin se entregó
por completo.
Dando repaso a su
relación con Fred Vargas, que más allá de colaboradora es madre de su hijo
Baptiste, declaró que la idea de hacer un libro juntos nació de Viviane Hamy,
conocida editora francesa de novela policíaca. Ante esa nueva situación para
Vargas, que jamás había hecho guion, Baudoin encontró entre sus manos una
auténtica novela… pero tan sólo compuesta de diálogo, lo que le llevó a
suplicar de Vargas algunas indicaciones adicionales.
Baudoin explica algunas soluciones al exceso de texto |
Ante la profusión de
texto se topó con un problema “realmente
difícil” y trató de crear soluciones para “plasmar la belleza de ese texto en imágenes”. Así introdujo una
cabeza repetida y el texto dialogado como en una novela, o a varios personajes
en ambos márgenes de la página charlando entre sí con bocadillos que se
entrecruzan, o juegos de caligrafías.
Pese a respetar casi
en su integridad el texto inicial, el dibujante también jugó con su arte: “a veces hacen falta páginas de silencio”.
Tampoco renunció a sus metáforas visuales, repetidas de distintas formas en el
libro en un juego con el lector que “probablemente
no las analiza pero cuyo efecto sí percibe”.
Y es que la
percepción es una clave en este autor. Asegura trabajar muy rápido precisamente
con el fin de poder captar el desarrollo de la acción, aunque esto implique
volver sobre lo dibujado al menos un par de veces. Como creador
multidisciplinar también ha participado en disciplinas tan aparentemente
alejadas como la danza y no vacila al afirmar que se trata de “la misma esencia: el escritor mientras crea
su novela también la ve como si ocurriese ante sus ojos, está dentro de ese
escenario, pero ¿qué escenario? Cada uno tiene que encontrar su método y eso no
se enseña, cada cual tiene su música… es como criar a un hijo: hay libros sobre
cómo hacerlo pero los padres tienen que ponerse en la situación y hacerlo”.
En cuanto a la
creación de los personajes, Baudoin desveló que el chaval de la historia se da
un aire al hijo de los autores, un parecido que no es el único y que dio lugar
a un off de record tan interesante
como inviolable.
Y llega el momento de
dibujar.
Elige el movimiento: un futbolista tirando a puerta. Primero, como lo ha aprendido (siguiendo leyes de anatomía, proporción, movimiento…) y después, siendo él. “Hace falta que yo sea el jugador, que tenga calor, que sude… como cuando un lector se enfrenta a una novela negra y tiene que pasar inquietud y miedo, así”.
Elige el movimiento: un futbolista tirando a puerta. Primero, como lo ha aprendido (siguiendo leyes de anatomía, proporción, movimiento…) y después, siendo él. “Hace falta que yo sea el jugador, que tenga calor, que sude… como cuando un lector se enfrenta a una novela negra y tiene que pasar inquietud y miedo, así”.
Comienza. Se separa
del papel. Imita la postura. Vuelve a acercarse a su hoja en blanco. Vuelve a
probar la postura… y tras la danza. La imagen aprendida. Ahora no imita, va a
ser. “Con el pincel y la tinta el papel
cobra vida: es la música” asegura sonriente y explica al terminar la
imagen, “con el primero siempre estaremos
contentos y con el segundo, nunca: lo podríamos rehacer mil veces y aun así
moriremos pensando en hacerlo de otro modo”.
Futbolista "aprendindo" VS Futbolista "vivido" |
De otro modo. Que es
como quiere él ver las cosas: “siempre
hay que ir al centro de nosotros mismos sin dejarnos llevar por las imágenes
que se nos cruzan cada día en la publicidad”. Los presentes le proponen
imágenes. Por ejemplo, un bebé que es robado en plena calle. “No voy a dibujar el robo, ni una escena de
acción, ni al bebé. Voy a retomar a Munch y voy a dibujar el grito de esa madre”.
Para cerrar, un
dibujo especial: el famosísimo Inspector Adamsberg captura a Baudoin. El
francés ríe y explica: “no se puede hacer
un retrato, es siempre un autorretrato y es lo que ocurre también en este caso...
Fred Vargas es Adanberg, pero en lo que a ella le falta porque ella es muy
organizada y él no… es lo que ella es en su yo más profundo, lo que sueña ser”.
Una gran Fred Vargas ante nuestros ojos captura a un diminuto Baudoin. Y la
sala se llena de carcajadas.
Baudoin se despide: “sois una nota musical, id hasta el final”.
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Mestizaje Noir podrá visitarse en la Galerie du 10 del Institut
Français de Madrid hasta el 28
de noviembre.
Imagen de la exposición |