domingo, 16 de diciembre de 2012

Aquel joven manifestante


Hace años cuando iba a una manifestación la verdad es que no solían ser muy multitudinarias. No es que faltasen motivos para protestar pero se ve que a lo mejor eran menos urgentes o nos tocaban menos de cerca. No es lo mismo protestar por el derecho más o menos abstracto a una vivienda digna que encontrarse sin casa, está claro.

Lo cierto es que había bastantes convocatorias. Siempre ha habido bastantes aunque ahora parezcan multiplicarse por esporas. También es verdad que al ser pocos los que salíamos a mostrar nuestro enfado por el asfalto de Madrid al final todos nos conocíamos un poco. No es que fuésemos todos amigos, ni mucho menos. Pero es que de tanto verte, al final te acaba sonando la cara de aquel chaval rubito, esa chica de la coleta… como cuando coges siempre el metro a la misma hora, que conoces a todo el vagón. Pues así. Además éramos todos de una misma quinta. Digamos que estábamos casi todos entre los 17 y 25 años salvo honrosas excepciones.

Vista aérea de la manifestación del 14N en Madrid

Sin embargo hace algún tiempo que esto ha dejado de ser así. La media de edad ha subido mucho y eso no quiere decir que unos hayan sustituido a otros sino que una mayor cantidad de población ha salido a la calle. ¿Recuerdan alguna huelga de personal sanitario?, ¿y verlos masivamente en la calle? ¿Y qué me dirían del personal de Justicia?, ¿imaginan al juez decano de la capital cortando la calle para mostrar su indignación? No es necesario que lo imaginen, ahora basta con salir a la calle para verlo. Y pueden salir casi todos los días a comprobarlo, por no decir todos.

"Cena de sobaquillo" 14 de diciembre en Madrid - Fuente propia
El viernes pasado era digno de ver cómo los trabajadores al servicio del estado bajo la lluvia, el viento y el frío tomaban un bocadillo en la Puerta del Sol. Un auténtico acto de ironía. El humor contra la doctrina del miedo. Dice el refranero que el hambre agudiza el ingenio y debe de ser verdad porque ahí estaba toda esa gente, riéndose a carcajadas de quienes les quitan poco a poco su sueldo y les recortan, no tan poco a poco, sus derechos. Montones de personas, riadas de gente que nunca antes se habían manifestado y ahora sólo encuentran motivos para salir a la calle.

Manifestación por la sanidad en Madrid (16D) -
Fuente Propia
Hace bien poco en nuestro país, en pleno siglo XXI un chaval de veintiún años ha sido arrestado casi como un auténtico preso político. Ahí es nada. Prisión preventiva y en régimen de F.I.E.S. (Ficheros Internos de Especial Seguimiento). Eso en Román paladino es aislamiento dentro del aislamiento, cárcel dentro de la propia cárcel. Algo que incluso Tribunal Superior de Justicia mira con muy malos ojos. Motivos de sobra para que una madre remueva Roma con Santiago y para que toda la población se escandalice. ¿Es que cualquiera puede ser acusado en cualquier momento de cualquier cosa y ser aislado como si se tratase de un terrorista? Se ve que sí, que es posible. Y eso no deja del todo indiferente a casi nadie. Ahora los padres se manifiestan por los derechos de sus hijos, para que puedan estudiar, y por los de sus propios padres, para que la mísera pensión no les obligue a rebuscar en la basura. Todos por los derechos de todos porque al fin y al cabo estamos en el mismo barco, ése que Intermón Oxfam nos dice que dentro de unos 10 años y a este ritmo puede tener el 40% de su casco más que hundido. En ese caso, todos tranquilos, claro.

25S en Madrid - Juan Ramón Robles

Hace tiempo cuando iba a una manifestación y había una carga policial todos estábamos seguros de que si alguno peinaba canas, a ése no le iban a dar. ¿Qué clase de bellaco golpearía a alguien de cierta edad, que no puede correr o defenderse y que no representa ningún peligro? Nadie, lógicamente. Todos sabíamos que ellos podían apartarse y que los veinteañeros eran los que debían de poner pies en polvorosa. Eso ya tampoco es así. Nada ni nadie está a salvo de nada ni de nadie. Pero tampoco hay miedo, lo que crece día a día son la rabia y el ingenio. Y es que ése joven manifestante ya no es tan joven ni está tan solo.

Árbol de Navidad redecorado en la Puerta del Sol, Madrid - Fuente Propia

martes, 4 de diciembre de 2012

Un beso salvaje


Como si estuviese en la selva. Así es como él acecha tras los maceteros de la entrada. Escondido entre una vegetación tan salvaje como permiten las regaderas espera a su presa. En su rostro no caben más arrugas y sin embargo los ojos despiden llamas, chispas de adolescente. La sonrisa se le revela como un niño preparando una gran travesura. Se relame aguardando mientras sus ojos ya arden.

Aparece ella. Radiante, camina ajena a ser la gacela de esta historia. Con paso firme y seguro se acerca a las enormes jardineras y entonces salta él a su encuentro. Con un torpe y muy premeditado brinco se pone ante ella para asustarla. No llega a tanto pero sí la sorprende. Y la hace reír una vez más. Con todos sus años y carcajadas de quinceañera. Y entonces la besa dejando por tierra a Doisneau, Alfred Eisenstaedt y al mismísimo Klimt. Porque su beso es de verdad. Porque se trata de un beso de años, complicidad y amor que rebosa pasión.


domingo, 18 de noviembre de 2012

El Monasterio de Rila: Patrimonio de la Humanidad en el corazón de la montaña

Entre las boscosas montañas de Rila se oculta este bellísimo monasterio del siglo X. Sin duda uno de los muchos que merece la pena visitar en Bulgaria.

Iglesia de la Natividad, Monasterio de Rila (Bulgaria)

Siendo un país no muy grande, con menos de ciento once mil kilómetros cuadrados de superficie si algo tiene Bulgaria, eso son monasterios. Al menos hay nueve que se puedan considerar de gran interés y uno de ellos es el Monasterio de Rila. Se encuentra al suroeste del país, a unos 120 kilómetros de Sofía y cien más de Plovdiv.

Cómo llegar y cómo volver
Lo más aconsejable y sencillo desde Sofia es ir en autobús. Éste sale desde la estación oeste Ovcha Kupel a las 10:20 y no hay más que ése así que es recomendable ser puntual. Este autobús hace una parada en el pueblo de Rila sobre las 12:15 durante algo más de un cuarto de hora y llega al monasterio sobre las 13:00. Allí tendremos dos horas para visitarlo: que no cunda el pánico dos horas son suficientes. A las 15:00 nos recoge el bus de vuelta y de nuevo hay que poner atención porque si lo perdemos nos será bastante complicado volver a la capital. De nuevo sigue el mismo proceso y nos deja en Ovcha Kupel sobre las 17:15. El precio es de 22 levas ida y vuelta (11 se pagan a la ida y 11, a la vuelta). Para llegar a la estación de autobuses de Ovcha Kupel (Овча купел para los paisanos) es necesario coger los tranvías 4 o 5, contar paradas y bajarse en la nuestra, claro está.

Visitando el monasterio
Fuente y pórtico principal de la
Iglesia de la Natividad
(Monasterio de Rila, Bulgaria)
El monasterio es una auténtica maravilla arquitectónica (además bien cuidada) que parece haber sido tallada literalmente en la piedra de la montaña. Es una sensación asombrosa la de llegar entre el bosque (estamos en un parque nacional) y de repente ver alzarse el monasterio. Dentro del conjunto encontramos la Iglesia de la Natividad, centro del espectáculo y razón de ser de todo lo demás. Podríamos pasarnos años observando sus pinturas tanto exteriores como interiores, aunque no debemos olvidar que sólo tenemos algunos minutos o perderemos el bus. Cuando hayamos terminado con nuestro particular éxtasis religioso podemos dirigirnos al Museo de Agricultura (5 levas) o bien al Museo del monasterio (8 levas). Dentro de éste encontramos una importante colección de arte de la que destaca una impresionante cruz tallada en madera y una miniatura de ésta. También hay otros edificios en los que podemos entrar o incluso subir a la torre (2 ó 3 levas) lo cual no tiene más utilidad que la de observar el conjunto del monasterio desde otro punto de vista.

Parte del Monasterio de Rila desde lo alto

Por otra parte, si buscamos hacer un turismo diferente, más rural o específicamente de monasterios (muy de moda por este país) hay que reseñar que existe la posibilidad de alojarse en el propio Monasterio de Rila.


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Visitando Bulgaria: La nostalgia de Sofía.

Visitando Bulgaria: El mágico encanto de Plovdiv.

Ver también Viajando a Bulgaria: qué tener en cuenta. Una serie de consejos para visitar Sofía y Plovdiv.

El mágico encanto de Plovdiv

Plovdiv es una pequeña ciudad que rebosa belleza. Con un casco histórico donde su característico barroco deslumbra, no deja de asombrar por sus ruinas romanas o por sus mezquitas sin olvidar los frescos jardines del Zar Simeón. Llega el momento de pasear por las empinadas calles de esta ciudad

Aliosha, auténtico icono de la ciudad de Plovdiv (Bulgaria)

Dos días son suficientes para ver la ciudad con calma sin dejarnos nada y disfrutando de ella. Probablemente sería bueno acercarse al Monasterio de Baschovo, aunque nosotros no pudimos hacerlo.

Es una ciudad más turística que Sofía, lo que implica que se habla más inglés y en más sitios, que hay más y mejores souvenirs y que la ciudad está más cuidada (las aceras en mejor estado, por ejemplo...). Hay bastante que visitar pero está todo bastante junto, en el casco viejo, lo que llaman "old town" (de calles de empedrado desgastado y muy empinadas), donde hay muchísimas casas-museo, de entre las que yo recomiendo escoger entre una y tres y visitarlas para ver cómo era una de la época. Nosotros escogimos la de Stefan Hindlian.

QUÉ NO PERDERSE EN PLOVDIV:

Esta bella ciudad tiene distintas ruinas de época romana por las que pasearse. Junto a la Mezquita Džumaja se encuentran las ruinas de un
Estadio que está en obras. Por ello al menos en 2011 sólo podía verse una parte y asomándose por los huecos que la valla permitía. Por otra parte, junto a la estación postal nos topamos con restos del antiguo Foro romano de la ciudad cuyas dimensiones son considerables aunque esté algo descuidado. Finalmente, la joya de la corona, el Teatro Romano del siglo II d.C. Es grande y está bien cuidado, tanto que se hacen en él representaciones. Se puede visitar por sólo 3 levas y lo cierto es que merece la pena.

Teatro romano (Plovdiv, Bulgaria)

Dejemos a los romanos a un lado y vayamos en busca de los tracios. Y es que esta es una ciudad aún más antigua que Atenas o Roma y sus primeros asentamientos digamos civilizados son de hace unos 6000 años. Pues bien, al norte de la ciudad tenemos el Complejo arqueológico Nebet Tepe. Lo cierto es que está un poco dejado de la mano de dios pero también hay que tener en cuenta lo enorme que es y el mantenimiento que requeriría. Es un gran parque, comparable con el Foro y Palatino de Roma, y lleno de ruinas pero carente de explicaciones aclaratorias. La entrada es absolutamente libre.

Paseando por la ciudad vieja os toparéis con un arco aparentemente inocente. No os dejéis engañar es la llamada “Hissar Kapiya”, lo que en su día fue la puerta oriental de la antigua ciudad.

Hissar Kapiya (Plovdiv, Bulgaria)

Iglesia de San Konstantin y Santa Elena (Plovdiv, Bulgaria)
Esta Hissar Kapiya se encuentra junto a la Iglesia de San Konstantin y Santa Elena, para mi gusto la más bonita de cuantas se pueden ver en esta ciudad que sin duda, no son pocas. Para llegar a entrar en ella hay que atravesar un jardincito y después disfrutar de una galería de frescos preciosa. Pero lo que es imposible es no fijarse en el sorprendente campanario calado de esta iglesia de principios del siglo XIX. En el interior, destacan las pinturas murales, iconostatos y el altar en madera tallada. Nos encontramos en la calle 4 de enero, una vía plagada de numerosas casas del siglo XIX que no dejarán de llamar nuestra atención.

Siguiendo esta bella calle encontraremos la Galería municipal de bellas artes con una buena muestra de la pintura búlgara moderna y contemporánea pero de la cual podemos prescindir si no tenemos mucho tiempo o no somos unos apasionados de la pintura. Eso sí, el edificio en que se encuentra, como casi todos los de esta zona, es digno de admirar.

Por aquí veremos a nuestra derecha la Farmacia de Hipocrates. Se conserva igual que cuando se abrió en el siglo XIX. Tanto que sus tarros siguen rotulados en latín. La lástima es que está cerrada más a menudo que abierta así que normalmente tendremos que contentarnos con echar un vistazo a través de las ventanas. No obstante su fachada con efigies de personajes relacionados con el mundo de la medicina también merece una parada.

Detalle de la fachada de la Farmacia de Hipocrates (Plovdiv, Bulgaria)

Boda ortodoxa oficiada por el obispo de Plovdiv
en la catedral de la ciudad
Sigamos bajando y por fin nos toparemos con una nueva gran iglesia construida en 1844 salvando la diferencia de altura entre dos calles. Ahí arriba está Nuestra señora de Plovdiv, alias Sveta Bogoroditsa, la catedral de la ciudad frente a la cual se han situado convenientemente los juzgados en los que se casan los habitantes de la ciudad. Junto al sobrio edificio que de nuevo asemeja más a un establo que a cualquier otra cosa, se sitúa el exuberante campanario rosa y azul construido tras la liberación turca, lógicamente. En contra de lo que el exterior parezca anunciar el interior sorprende por la riqueza de sus pinturas murales y por el iconostato dorado de la segunda mitad del siglo XIX. Además de ser visita obligada por su belleza, podemos tener la suerte de ver una boda ortodoxa oficiada por todo un obispo.

Sveta Bogoroditsa, Nuestra señora de Plovdiv (Plovdiv, Bulgaria)
Ahora podemos rodear la catedral y subir por la calle contraria. Pero antes hagamos un pequeño desvío para pasar ante la Iglesia de San Nicolás. Repito, pasar ante ella porque lo más probable es que este pequeño edificio se encuentre cerrado a cal y canto. Eso sí, si tenemos la suerte de que esté abierto podemos aprovechar y ver su iconostato del siglo XVIII. Tras esta breve parada sigamos escalando las calles de la ciudad evitando morir entre sus desgastados adoquines. Pronto surge ante nuestros ojos el Centro municipal de Arte Etnográfico, uno de los más bellos edificios de la ciudad. Entre un frondoso jardín su ondulante fachada blanca, azul y dorada saluda al visitante. En su interior, la cultura tradicional de Tracia, Ródope y Srednogorie de la época del Renacimiento búlgaro (siglos XVIII a XIX) con la ganadería y la agricultura como protagonistas absolutos de la economía. Interesante pero prescindible, no así su exterior, que deberíamos pararnos un par de minutos a admirar.

Centro municipal de arte etnográfico (Plovdiv, Bulgaria)

Iconostato de Santa Petka (Plovdiv, Bulgaria)
Sigamos nuestro camino ascendente hasta conocer Santa Nedelja. Este templo de horarios caprichosos estaba en reconstrucción en septiembre de 2011 pero aún así era visitable. Con planta basilical y de estructura abovedada en madera que corona la nave central, posee un bonito iconostato. Aunque de nuevo lo más interesante vuelven a ser las pinturas murales. Ahora podemos bajar todo recto hasta la calle Zora que se abre a nuestra derecha. Ahí al fondo bien escondida está la Iglesia de Santa Petka. Es posible o incluso probable que Giorgi os aceche a la entrada de este templo que los habitantes de Plovdiv llaman con ternura “la iglesia vieja”. Se trata de un hombre que tan sólo pretende cazar a los pocos turistas que se desvían hasta allí para contarles como buenamente puede en inglés o en el idioma que haga falta la historia de Santa Petka, en el modo sui generis que le permite su vocabulario. Hay que reconocer que el esfuerzo de Giorgi es ímprobo: tiene su triste historia llena de penurias (muy probablemente reales) traducida a multitud de idiomas, y guardada en su mochila. Sólo os la enseñará tras el “recorrido informativo” y sinceramene opino que tanto empeño merece un premio. Y por otra parte dada la economía del país, al visitante tampoco le costará tanto desprenderse de algo de su monedero que por poco que sea hará más que feliz a este hombre durante ese día. No es que Giorgi sea el mayor atractivo del templo así que volvamos al edificio religioso. Este diminuto santuario de 1830 tiene en propiedad un campanario exento, como tantos otros, y unos bellos techos de madera. Por otra parte en ella se aprecia una atmósfera encantadora que no creo que podamos captar en ningún otro santuario de Plovdiv.

Campanario de Santa Marina
(Plovdiv, Bulgaria)
Estamos casi pegados a la llamada Casa de Lamartine o Casa de los escritores. En ella estuvo unos días Alphonse de Lamartine al regreso de su viaje por Oriente y de ahí que reciba este nombre. Actualmente es la sede de la asociación de escritores de Plovdiv además de otra bella construcción. Llegados a este punto y antes de dedicarnos a la parte turca de la ciudad debemos acercarnos a la Iglesia de Santa Marina. No debemos perdernos esta encantadora parroquia sin ninguna duda. Rodeada de una galería decorada con pinturas alegres y luminosas, está constituida por tres naves coronadas por una cúpula. La iglesia data de 1836 pero el campanario de seis pisos en madera es posterior a la liberación turca. Un interior magnífico nos revela la belleza de los iconostatos tallados en madera y las pinturas murales obra de auténticos maestros del género.

Iglesia de Santa Marina y Casa de Lamartine (Plovdiv, Bulgaria)

Interior de la Mezquita Džumaja (Plovdiv, Bulgaria)
Volvamos sobre nuestros pasos hacia la Plaza Džumaja donde se encuentra la Mezquita Džumaja, fácil de encontrar gracias a su alto minarete. Pertenece a los siglos XIV y XV y su interior bien merece una visita. Alfombrada en azul, las paredes son claras y la decoración geométrica en tonos teja. La luz lo inunda todo y se refleja incluso sobre las maderas talladas. No hay problema alguno a la hora de entrar si acudimos a la lógica: durante la oración no se puede visitar y las mujeres debemos cubrirnos para pasar. Lo de cubrirse no es un gran problema si es verano pues ellos nos facilitan una gran túnica con capucha. Por supuesto podemos pasearnos por el área reservada a los hombres dado que es una visita cultural.

Mezquita Džumaja (Plovdiv, Bulgaria)
Mezquita Imaret (Plovdiv, Bulgaria)
La Mezquita Imaret destaca por su sobresaliente minarete. Elegante, llama la atención su fachada principal, su imponente pórtico y por su jardín. Data de 1445 y tiene la clásica planta cuadrada en cuyo centro aparece una gran cúpula. Lo cierto es que en mi opinión es menos impresionante que la Mezquita Džumaja, por lo que si carecemos de tiempo puede ser disfrutada sólo por fuera.

Para terminar, los Antiguos Baños Turcos o Hammam de parejas. Estas ruinas de ladrillo coronadas por una cúpula pertenecen al siglo XVI y reciben este sobrenombre porque los baños fueron divididos en dos secciones: para hombres y para mujeres. Actualmente acoge un museo de arte contemporáneo pero independientemente de que amemos este arte o no, la baratísima visita merece la pena si no sabemos cómo era la distribución de unos baños turcos, ya que se encuentran en muy buen estado.

Antiguos Baños Turcos o Hammam de las parejas (Plovdiv, Bulgaria)

Jardines del Zar Simeón (Plovdiv, Bulgaria)
Lo cierto es que la presencia judía en esta ciudad no ha dejado gran huella. Sí que hay una sinagoga pero está habitualmente cerrada y tampoco merece un gran esfuerzo para visitarla. Lo que sí vale la pena es pasear por la comercial calle Príncipe Alejandro de Battemberg (o Knjaz Aleksandŭr Batenberg) hasta el final para darnos de frente con los Jardines del Zar Simeón. Este gran jardín nace en 1892 con el fin de albergar una exposición internacional de arquitectura y actualmente constituye un paseo de lo más agradable a la sombra de enormes árboles y rodeado por parterres de flores, fuentes y esculturas. En la parte central un gran lago artificial llama la atención de todos e invita a remar a quienes se atrevan. Lo que no podremos dejar de observar es la gigantesca escultura que se alza en la lejanía, el gran monumento Aliosha, muy comúnmente llamado “el Cristo de Plovdiv” que nada tiene de religioso pues en realidad se trata de la enorme estatua de un soldado soviético.

Vista panorámica de Plovdiv, Bulgaria

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Otras ciudades de Bulgaria: La nostalgia de Sofía.

Visitar monasterios: el Monasterio de Rila.

Ver también Viajando a Bulgaria: qué tener en cuenta. Una serie de consejos para visitar Sofía y Plovdiv.

La nostalgia de Sofía

Sofía es una ciudad decadente y nostálgica en la que se respira la sensación de un pasado mucho más luminoso y espectacular que ha sido empañado con carencia de recursos y bastante suciedad. Pero quizá sea ese aspecto un tanto destartalado lo que le confiere su encanto a la capital de Bulgaria.

Estatua de Sta. Sofía (Sofía, Bulgaria)
Tres días son más que suficientes para visitar lo más importante de esta ciudad con la mayor de las calmas... y es muy recomendable acercarse un día el Monasterio de Rila así como darse una vuelta por el enorme Parque de Vitosha.


QUÉ NO PERDERSE EN SOFÍA:

Catedral S. Alexander Nevski (Sofía, Bulgaria)
Catedral de San Alexander Nevski. Edificio imponente e impresionante, es visita obligada. Es imposible no verlo y es más, no verlo desde lejos. Blanca, dorada y verde por fuera es una maravilla pero no hay que engañarse: por dentro tampoco decepciona. Por lo general en Bulgaria encontramos edificios religiosos muy diferentes a los de la Europa occidental debido tanto a la Historia del país como a la religión: recordemos que son ortodoxos. Los edificios van a tener cúpulas enormes y volúmenes muy redondeados, orientalizantes. En el interior los iconostatos son los que ganan la partida y eso sí, una decoración a veces bastante recargada. En este caso incluso más que la propia catedral en sí, vale la pena bajar a la cripta cuyo acceso se encuentra a la izquierda de la fachada principal de la catedral. Alberga la Galería de Arte Antiguo, tremendamente interesante y clarificadora del arte búlgaro.

Iglesia de Santa Sofía. Se encuentra en la misma plaza que la catedral y como ésta lo eclipsa todo es muy posible que la pobre Santa Sofía pase desapercibida. Su aspecto exterior de ladrillo no invita a entrar y tampoco el interior es rico pues la basílica ha tenido una vida muy sufrida de reconstrucciones y a pesar de ser un templo antiquísimo la última data del año 1999. Actualmente se están realizando trabajos de investigación arqueológica en su interior para ir descubriendo todo el pasado que alberga este templo que hará las delicias de los amantes de la Historia.


Exterior e interior de Santa Sofía (Sofía, Bulgaria)
Los dos templos anteriores se encuentran en la Plaza de San Alexander Nevski cuya visita es al menos inevitable. En ella encontramos un gran mercadillo de iconos copia de los que hay a lo largo y ancho de la capital o por ejemplo, en el interior de la cripta de la catedral.

Todo lo contrario a Santa Sofía es lo que ocurre con la llamada Iglesia rusa de San Nicolás. Un precioso exterior el de esta iglesia de principios del siglo XX que imita el estilo de trescientos años antes. Una preciosa bombonera que alberga un bello iconostato en cerámica. Cierto es que se trata de un mero pastiche pero eso no hace menos hermoso el pequeño templo.

Igledsia rusa de S. Nicolás (Sofía, Bulgaria)

Menos llamativo quizá sea el Teatro Iván Vazov pero está claro que el Teatro Nacional de Bulgaria aunque sea por ser el más antiguo e importante del país y una de las instituciones principales de la ciudad, merece ser observado. Además es un edificio curioso y con un exterior bastante bello.


Entrada principal del Teatro Iván Vazov (Sofia, Bulgaria)

Ruinas de la antigua Serdica y
Rotonda de S. Jorge al fondo
(Sofía, Bulgaria)
Capítulo aparte merecen la Rotonda de San Jorge y las ruinas de la antigua Serdica. En toda guía que leáis aparecen como visita obligada y lo son… y en todo plano que observéis vendrán señaladas como lugar de importancia. Otra cuestión es ser capaz de encontrarlas. Como he comentado y reiterado varias veces en las recomendaciones para el viaje Sofía no es una ciudad acostumbrada al turismo y por ello no se hacen ciertas puntualizaciones. Pues bien, este interesantísimo conjunto de Historia se encuentra en el interior del Hotel Sheraton, en un patio interior nada difícil de acceder pero que parece formar parte del lujoso alojamiento. Pues no, no forma parte de él sino que protege y cuida entre sus paredes esta iglesia circular y de pequeño tamaño que constituye el extremo de las excavaciones arqueológicas que dejan al descubierto unas vías y viviendas algo descuidadas. Sinceramente recomiendo buscar y encontrar este sitio pues las pinturas murales del siglo X que podemos observar en el interior de la Rotonda así como las ruinas de su exterior son una verdadera maravilla vestida de modestia.

Santa Petka Samardzhiiska (Sofía, Bulgaria)
Otra visita que puede traernos de cabeza es la de Santa Petka Samardzhiiska. Puede que deis vueltas y más vueltas preguntándoos dónde se encuentra este pequeño templo del siglo XI… giraréis de un lado y del otro vuestro plano mientras vosotros mismos giráis una y otra vez sobre vuestros pasos. En fin, sabed que el extraño emplazamiento de este monumento no es otro que el patio central de un centro comercial de aspecto playero. Sí, como suena. Ahí está escondida. Otro asunto es su apariencia. El modesto aspecto de establo exterior tiene su explicación y es que durante la dominación otomana la construcción de iglesias era posible sólo si éstas no tenían un bonito exterior y en cambio parecían establos. Por este motivo encontraremos bastantes edificios religiosos que por fuera no tienen ningún atractivo mientras que su interior es increíblemente rico en decoración. En este caso concreto descubrir el interior tiene cierto mérito porque casi nunca está abierta.

Santa Nedelja, la Catedral del domingo, es otra de las sorpresas que nos prepara la ciudad. De mediados del siglo XIX, fue construida sobre el emplazamiento de una iglesia medieval. Ésta no se encuentra hábilmente escondida sino que es suficientemente llamativa como para que verla no sea nada difícil. Merece la pena hacerlo tanto por fuera como por dentro.


Misa en Sta. Nedelja (Sofía, Bulgaria)


Mezquita de los Baños (Sofía, Bulgaria)
Hay que recordar que estamos en lo que fue el Imperio Otomano y por ello los edificios religiosos son también las mezquitas. No hay que dejar de darse una vuelta por la Mezquita de los Baños pues data de finales del siglo dieciséis y es uno de los pocos monumentos otomanos que se conservan. La visita no supone ningún problema salvo en los momentos del culto, lógicamente. Sólo se deben observar las atenciones lógicas, es decir, dejar el calzado donde nos indican y entrar con los pies descalzos y en caso de ser mujeres, cubrirnos. Las mujeres pueden visitar sin problema alguno la parte del edificio destinada a los hombres puesto que se trata de una visita turística y en caso de no llevar un atuendo considerado por ellos adecuado, simplemente hacen entrega de una especie de capa con capucha (por lo que no es necesario pagar absolutamente nada).

Frente por frente encontramos los Baños centrales. Otra buena muestra del pasado turco de la ciudad. No se pueden visitar porque están en obras (en septiembre de 2011) y puede que lo estén durante bastante tiempo. Cuando la cosa termine y según cuentan, se convertirán en un museo de la ciudad. En cualquier caso su fachada es digna de admiración y ya que la tendremos ante los ojos, qué menos que disfrutarla.

Baños centrales (Sofía, Bulgaria)
Encontramos también en Sofía otra religión: la judía. Y cómo no, una Sinagoga que visitar. Construida a principios del siglo XX con un estilo inspirado en la sinagoga sefardí de Viena, es una de las más grandes de Europa. Tiene un horario algo complicado y es difícil encontrarla abierta. Por otra parte los edificios anexos albergan el Museo de la población judía de Sofía.

Uno de los muchos objetos asombrosos que podemos encontrar
en el Museo Arqueológico de Sofía, Bulgaria
Abandonemos la religión en pos de la Historia pura y dura. Cuando visito otras ciudades no soy particularmente partidaria de entrar en muchos museos salvo si son lugares realmente excepcionales. Me gusta más pasear por la ciudad en sí y sus monumentos, barrios menos turísticos, tratar de relacionarme con la gente, etc. Sin embargo me parece más que interesante hacer una visita a lo que en su día fue La gran mezquita. Este edificio imponente esconde en su interior un Museo arqueológico que nos puede atrapar durante horas. Los iconos medievales, las cerámicas y azulejos de esta época así como la colección de tesoros tracios son una verdadera maravilla. Si puedes internarte durante tres horas en este viaje en el tiempo, no deberías dudar en hacerlo (la entrada en septiembre de 2011 estaba a 10 levas).

Alejarse un poco para tomar perspectiva no tiene por qué estar mal. Para los amantes de la naturaleza el Monte Vitosha debería ser visita obligada. De golpe y porrazo nos encontramos en medio de un denso bosque por el que dar un paseo puede ser realmente agradable pues se trata de un parque natural que incluye dos reservas y cuya belleza es más que remarcable. Por otra parte para los museófilos, allí se encuentra el Museo Nacional de Historia.

Subida hacia la Iglesia de Bojana, en el monte Vitosha (Sofía, Bulgaria)

Próximo o mejor dicho, casi inserto en el propio Vitosha encontramos la pequeña población (hoy anexa a la capital a modo de barrio) de Bojana. De pronto nos sentimos casi en un pueblo pero tenemos un buen motivo para estar en este lugar. Aquí se encuentra la Iglesia de Bojana. Este pequeño edificio religioso ha sido considerado por la UNESCO como Patrimonio de la Herencia Cultural Mundial. La razón es que habiendo sido construida en el siglo XI, sobre sus muros están los frescos considerados más interesantes e importantes del arte medieval de la Europa del Este. Llegar hasta allí puede ser complicado por lo que hay que pensar cómo ir con calma: mi recomendación es coger el autobús 64 pues es el que queda más próximo aunque también dejan allí (algo más lejos) los autobuses 63 y 107. Por otra parte, recordemos que más que una iglesia éste es un monumento por lo que tendremos que pagar 10 levas por entrar o 2 en caso de ser estudiantes. Otro dato a considerar es que sus muros de piedra son verdaderamente gruesos y la correcta conservación de las pinturas requiere ciertos sacrificios térmicos por lo cual en su interior hace realmente frío.

Mercado de mujeres (Sofía, Bulgaria)
Como he mencionado anteriormente, al visitar una ciudad me parece especialmente interesante precisamente eso: visitarla. Tengo cierta debilidad por alejarme algo del centro turístico (siempre con precaución y cabeza) y visitar los mercados. Por ello recomiendo pasarse por el llamado Mercado de Mujeres (Zhenski Pazar), que recorre el Boulevard Stefan Stambolov (cerca del Boulevard Maria Luiza). Es abierto, al aire libre, de productos primarios, vamos, lo que se suele entender por un mercado y es el más grande de la ciudad. En un sentido completamente distinto pero cercano en el espacio encontramos el Centro comercial de Halles (Halite). En este caso lo más interesante puede que sea la arquitectura de estilo Art Nouveu de principios del siglo XX, pero ni sus gentes ni sus productos tienen el menor atractivo bajo mi punto de vista y en comparación con el Mercado de Mujeres. 

Ahora que ya hemos paseado por mercados, sinagogas, mezquitas, museos, catedrales e iglesias podemos irnos a descansar o tomar un autobús que nos lleve al Monasterio de Rila o a la vecina ciudad de Plovdiv.


Detalle de escultura soviética (Sofía, Bulgaria)


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Visitando lugares cercanos: el Monasterio de Rila.

Otras ciudades de Bulgaria: El mágico encanto de Plovdiv.

Ver también Viajando a Bulgaria: qué tener en cuenta. Una serie de consejos para visitar Sofía y Plovdiv.