Hacía tiempo que
España andaba adormecida pero de repente se despertó en medio de una crisis
terrible. El estallido de la burbuja inmobiliaria hizo que la economía del país
empezase a resbalar y caer descontrolada, cada vez más rápido. Desde ese
momento la desigualdad empezó a crecer al mismo ritmo que el descontento y la
indignación. Parece que ahora ha llegado el momento de la acción.
Actualmente
nos encontramos ante un país que ha cambiado la indiferencia del pasado por la
indignación y la rabia. El primer signo evidente fue el 15-M: millares de
manifestantes colapsaron el centro de diversas ciudades españolas y acapararon
la atención de los medios de comunicación de medio mundo. Hace más de un año de
todo aquello y es cierto que la situación ha cambiado. Lo ha hecho, pero a
peor. La nueva reforma de la ley laboral a provocado que los afectados por los
ERE fuesen casi trescientos mil (sólo hasta agosto, no hay cifras de los
últimos dos meses y medio), es decir, un 53% más que en el mismo periodo de2011. No se trata más que de cifras pero detrás de cada número hay una persona
que ha pasado a formar parte del paro (que va ya por 5.778.100 según el INE) o
que ha aceptado algún trabajo cada vez más precario.
Recortes drásticos
Una trabajadora del Hospital del Tajo (Aranjuez, Madrid) se manifiesta - David Ruíz |
Al
mismo tiempo que la tasa de desempleo se dispara, también lo hacen los precios.
La última subida del IVA unida a la congelación de los salarios de los
funcionarios y de las pensiones no ha dejado a nadie frío. Pero aún hay para
rato. Las tijeras del gobierno son enormes y con ellas hace recortes
estupendos. La sanidad y la educación son dos de los sectores más afectados y
esto significa por ejemplo que un enfermo crónico no pueda recibir su
tratamiento habitual, que haya muchos menos profesores o que los alumnos tengan
que pagar el comedor del colegio pese a llevar la comida de casa en una tartera. Estas pequeñas cosas son las que hacen de la vida diaria una
crispación continua. Por otra parte cada día echan de su casa a unas 160 personas a causa de hipotecas inimaginables que deben pagar aunque a partir de
ahora el banco vaya a ser el propietario. Así es como se calcula que hay en
torno a seis millones de viviendas vacías.
Impunidad y brutalidad
A
todas estas carencias hay que añadir los excesos para que la balanza se desequilibre
del todo. Los aeropuertos fantasma (como el de Ciudad Real que apenas tiene
pasajeros, o el de Castellón), las estaciones del AVE en lugares completamente
insólitos o los 632 consejeros personales de Rajoy, por no hablar de sus
sueldos. La corrupción política, bien ilustrada por los casos “Gürtel”, “Palma
Arena” o “Brugal” tampoco pone muy contento a nadie pues la sensación de
impunidad es cada vez mayor. La desafección hacia la clase política palpable.
Por otra parte tenemos también la inyección de capital a los bancos cuya
situación económica no mejora tampoco. O la amnistía fiscal, que perdona a los
grandes defraudadores si devuelven algunas migajas. Curiosamente el gobierno
prevé un año 2013 movidito, debe de ser esa la razón por la que ha multiplicado
por 18,8 el presupuesto para seguridad y unidades de intervención policial
(alias, antidisturbios). Será un 1780% más de lo que gastó en 2012, año en el
que Amnistía Internacional denunció la brutalidad policial durante las
manifestaciones en nuestro país.
Desobediencia cívica
Todos
estos hechos sumados hacen de España un lugar en el que la desigualdad social ha aumentado nada menos que tres puntos en los últimos tres años según el
coeficiente Gini. Es el país más desigual de la zona euro, un estado en el que
más de un 20% de la población está rozando o bajo el umbral de la pobreza. Algo
inevitable si el paro sube al mismo tiempo que los precios y mientras los
salarios exploran el subsuelo. El término ‘working
poor’ cobra entidad pues hay sueldos que no dan para vivir ni con los
mínimos de dignidad.
Sin
embargo la ciudadanía no se ha paralizado. Numerosas manifestaciones y
concentraciones toman las calles cada semana, los funcionarios han creado los
“viernes negros”, el día en que vestidos de ese color se hacen ver durante su
tiempo de descanso por las calles de la ciudad, de muchas ciudades. Las redes
de ayuda florecen poco a poco, así como los bancos del tiempo o de alimentos
han ido asomando la cabeza tímidamente. También se han engendrado otras
organizaciones, como las diversas plataformas en contra de los desahucios, que
se calcula que han paralizado ya en torno a 500 casos. Un éxito si esto
significa salvar vidas como la de Amaia Egaña, la mujer que saltó al vacío en
Barakaldo la semana pasada. La desobediencia civil es el complemento perfecto a
estas redes sociales. Colarse masivamente en el metro de Madrid (cuyo precio ha
sufrido la mayor subida de los últimos diez años), no pagar los peajes de las
autopistas catalanas (las que no tienen peaje son menos del 40%) bajo el lema
“no vull pagar” o negarse a abonar el euro por receta son iniciativas cada vez
más populares.
En
este contexto social en el que los españoles se preguntan las condiciones de un
más que posible rescate financiero o el porqué se vota a un presidente si al
final son la Unión Europea y “los mercados” quienes terminan por decidir, el
gobierno de Rajoy se encuentra con que es el primero de la democracia con dos
huelgas generales en un mismo año.
Manifestación del 15-M en la Puerta del Sol (Madrid) - David Ruíz |
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Artículo
publicado el 14/11/2012 por Journal EUROPA en journaleuropa.info
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