jueves, 12 de abril de 2012

Estamos de enhorabuena


Estamos de enhorabuena. Se dice a menudo que en el devenir de la vida unos vienen y otros se van, que viene a ser el eufemismo de que unos nacen y otros mueren. En este caso no debemos lamentar fallecimiento alguno en realidad. El diario Público no desapareció exactamente: sólo redujeron a cenizas el papel para que el digital pudiera resurgir cual ave fénix. Por otro lado algunas decenas de compañeros de oficio tuvieron que irse a la calle, donde ya estábamos algunos otros esperándolos. Eso sí es para lamentar, para llorar o para rabiar, según se mire. Si miramos el panorama general fueron más que algunas decenas y entonces cualquiera de las reacciones anteriores la podemos multiplicar exponencialmente. A nuestro libre albedrío queda.



Pero estamos de enhorabuena porque nos anuncian un nacimiento y ya se sabe que los niños son la alegría de la casa. No tanto para los padres, que duermen poco y mal, como para los familiares y amigos, que se lo pasan muy bien con la criatura. Pues bien, aquí los padres son el Ignacio Escolar, primer director del diario Público, y Juan Luís Sánchez, uno de los fundadores de Periodismo Humano. Seguro que están emocionados y orgullosos y casi seguro que duermen mal porque el niño llora y da disgustos. La familia y los amigos, es decir, los periodistas que desean (o deseamos) formar parte de un proyecto nuevo y los lectores que quieren otros puntos de vista, encantados con la idea de jugar con el crío que se llama eldiario.es.

Si la herencia genética viene de Público y Periodismo Humano debería salir una criatura con pensamiento crítico y analítico, que muestra cosas que los demás compañeros de la prensa por hache o por be no nos cuentan, debería hablar de economía hablando de personas y no de números y debería contarnos que en los conflictos bélicos no siempre se disparan tiros, no siempre hay una guerra declarada y los muertos no son cifras sino seres humanos a los cuales describir como “daños colaterales” es todo un insulto.

Esperemos que, sea niño o niña, salga bien. Como decían las madres “¿está entero?” y había que contar manos y pies, orejas y dedos… esperemos poder decir, “sí, lo tiene todo”. Que nazca sano, que para ponerse enfermo ya tendrá tiempo. Que tenga voz propia y nos hable de cosas nuevas. Y que nos dé alegrías informativas en lugar de periódicos que más que de ayer parecen de hace veinte años.

Dentro de un par de meses está previsto el parto. Estamos de enhorabuena.

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