martes, 17 de abril de 2012

No es sociedad para viejos


Altius, citius, fortius, decían los antiguos. Que viene a ser: más alto, más rápido, más fuerte. Y la sociedad actual añadió “más joven y más guapo”.

Desde las enormes vallas publicitarias nos observan jóvenes bellos y bellas que atemorizan al más pintado. Y no es que tengan aspecto de ir a atacarnos pero el lunes en el metro a las ocho de la mañana es muy difícil tener el aspecto resplandeciente de esos seres increíbles. La publicidad nos exige, de algún modo, o eso dicen algunos sociólogos, aunque lo cierto es que siempre puede estar abierto a interpretaciones. ¿Y qué no lo está? Sin lugar a dudas parece lógico que si nos quieren vender un champú, una crema que hace desaparecer tus arrugas como una goma de borrar o un maquillaje con el que por fin pareces Cindy Crawford, pongan como ejemplo a hombres y mujeres que están fantásticos y estupendos.

El problema quizá llega cuando empiezas a observar que en el mercado de trabajo también se produce cierta discriminación: o eres demasiado joven o eres demasiado viejo. O no tienes experiencia o se ve que tienes demasiada. Le invito, amable lector, a hacer un pequeño ejercicio de memoria visual. Seguro que a veces ve algún noticiario televisado… seguro. Probablemente es fácil estar de acuerdo con la teoría de que para aparecer en televisión es mejor tener una apariencia aceptable, pero tampoco es imprescindible ser un auténtico modelo de pasarela para dar las noticias de deportes o económicas. En realidad ni siquiera parece esencial tener 30 años… Sin embargo, haga memoria: ¿recuerda a alguien que esté a punto de jubilarse, alguien que parezca estar por encima de los sesenta años? Me atrevo a decir que le cuesta mucho, si es que lo consigue, y le cuesta más aún si busca un rostro femenino. Pues bien, es extrapolable casi a cualquier campo laboral.

Por otra parte, cualquiera sabe que gracias a los avances sociales y científicos ahora vivimos más años. La esperanza de vida en nuestro país está por encima de los ochenta años de media (siempre las mujeres algo más que los hombres), unos siete años y medio más que en 1975 según el IVIE.

Deberíamos estar contentos, ¿no?

Christine Lagarde, directora del FMI. Foto de archivo de la agencia Reuters.


Pues parece ser que no. Sí, vivimos más y presuntamente en mejor estado. Pero claro, también envejece más y más la población de toda Europa y la de nuestro país en particular, puesto que es según estudios la tercera más longeva del mundo. Y no es bueno. Así que la señora Lagarde (actual presidenta del Fondo Monetario Internacional –FMI-) nos avisa de que España debe hacer mayores esfuerzos, más significativos. Nos indica que estamos en el recto camino de los ajustes y los recortes pero que aún nos queda un gran recorrido por recortar… así como nos informa de que dada la edad que alcanzamos los españoles deberíamos retrasar aún más la edad de jubilación y por su puesto, meter la tijera a las prestaciones de nuestros viejos patrios. Concretamente afirma: “es importante que las entidades que ofrecen pensiones puedan actuar con flexibilidad: si no es posible incrementar las contribuciones o subir la edad de jubilación, posiblemente haya que recortar las prestaciones”.

Puede que yo sea muy imaginativa pero en mi mente se dibuja fácil para Christine Lagarde expresar algo así. De hecho supongo que a alguien que gana cada año cuatrocientos sesenta y siete mil novecientos cuarenta dólares, repito por si marea: 467.940 dólares (casi 40.000 al mes), no se preocupa excesivamente por el concepto “jubilación”. Debe de ser difícil para alguien en esa posición situarse a ras de suelo, puede que nunca haya visto a un anciano buscando en la basura, es posible que jamás un viejo atemorizado y avergonzado, con la cabeza gacha, se le haya acercado en el metro para murmurar si le puede dar alguna moneda para comer. A lo mejor no tiene ni ha tenido nunca ningún familiar enfermo cuya pensión no da ni para respirar. Es posible que jamás haya visitado nuestro país y desconozca nuestro salario mínimo interprofesional, el fascinante mundo de los contratos de prácticas, el porcentaje de economía sumergida, el coste de la vida, las prestaciones por desempleo y por jubilación. A lo mejor no sabe de cómo vive un viejo normal y corriente en esta sociedad nuestra. Puede que sólo esté informada sobre la prima de riesgo y la esperanza de vida.

Pobre Christine, pobre.


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La noticia en El País:

La noticia en Expansión:

Para ver las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística sobre esperanza de vida al nacimiento:

Y algunos datos acerca de nacimientos y población del INE:



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