viernes, 7 de septiembre de 2012

Unos veintidós...


Tendrá unos 22. Hace un momento se estaba retocando el maquillaje mirando su reflejo en un enorme alien negro. Es un anuncio de una nueva película de serie B que han puesto en la marquesina del autobús para horror de pasajeros y ancianitos fatigados.

Tiene un culo perfecto. Como una manzana. Redondo. Ni grande ni pequeño, bien marcado por esa faldita gris. Desde luego está hecho para ser mirado y tocado y eso es lo que yo estaba haciendo hace un momento. Mirarlo, claro. De tocarlo, nada.

Tengo la idónea apariencia de una señora más que respetable; lo que se diría un vejestorio remodelado, con traje caro y vistiendo una sonrisa falsa de inteligencia. Hace treinta años ese culo seguro que habría caído en mis manos, entonces yo era más perfecta que él. No sabía ni qué significaban “arruga” o “flaccidez”... ahora podría escribir un diccionario. Hace treinta años habría hecho dudar tanto de su sexualidad a esa chica que me habría jurado amor eterno.

Pero ahora tengo casi 60; en el mejor de los casos, si no me llama vieja verde de mierda y me escupe a la cara, sólo querría follarse mi cerebro y... disculpen la grosería, pero lo que me gusta es su culo, me importa una mierda su cabeza.

Estoy viendo al autobús girar la esquina y a decir verdad cuando llegue no sé si subirme o tirarme entre sus ruedas.

2 comentarios:

  1. No había visto que habías publicado esto! Aún me acuerdo de ese día!

    ResponderEliminar