Sus
ojos son tan negros de beber palabras. Las letras impactan como balas en sus
retinas y devuelven destellos de ébano. El flequillo cae suavemente sobre sus
ojos pero por suerte no los oculta. Un pelo liso, negro como el ónix y corto
que no lo es tanto, pues llega a esconder la nuca. Sus rasgos marcados de
hombre del sur le dan un carácter fuerte y cálido al rostro. Si no es guapo,
desde luego es atractivo. Y lee como si la vida le fuera en ello.
Demasiado
grande para el asiento, se pliega sobre sí mismo con los codos apoyados en las
rodillas. Debe de estar realmente incómodo pero nada distrae su mirada. Su
vestimenta no refleja nada. Vaqueros, camiseta a rayas. Fin.
Continúa
concentrado. Sigue palabra a palabra. Y yo, concentrada en él. Mi mirada se clava
en sus pupilas y fantasea con ser descubierta. Y de repente la angustia: ¿qué
estará leyendo? Con los libros de siempre esto no pasaba: sabías a quién tenías delante porque podías ver la portada de su
libro. Sabías qué tipo de palabras se
deslizaban por entre su cristalino y desde el principio podías, de algún modo,
juzgar. Pero, ¿y si este tipo estuviese leyendo a Pío Moa, o las memorias de
Aznar?, ¡¿o aún peor… a De Amicis?! Intenté reprimir una náusea de espanto y
volví a mirarle. Ya no me llamaba tanto la atención. Le observaba como a un
bicho al que hay que estudiar pero causa repulsión.
De
golpe, “¿Próxima estación? …Alonso Martínez; correspon…” No escuché
más. Faltaban cuatro paradas para la mía, pero me levanté de un salto. Me miró
con molestia: le había distraído. Me dio igual: la tensión de poder estar
fantaseando con alguien que me resultase insoportable me pudo y pensé
“¡malditos aparatos que silencian el alma de la lectura!”.
Y qué estaba leyendo por fin? :P
ResponderEliminarEso no podemos saberlo... jaja
Eliminar:)
ResponderEliminarqué bien escribes
¡¡Y tú qué majo eres!!
EliminarComo siempre muy interesante Elvira! Te animo a que leas el artículo de Juan Cruz "La conspiración contra el libro", si no lo has hecho ya ;)
ResponderEliminarhttp://elpais.com/elpais/2013/01/03/opinion/1357208277_369616.html
Sara M.B.
Gracias por la recomendación: ¡lo leeré!
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