jueves, 21 de febrero de 2013

Alberto Garzón: “yo lo que quiero es la revolución”


¿Quién es el ladrón y quién el robado en esta película? Ése es el subtítulo de La gran estafa, el último libro de Alberto Garzón. Algo más de doscientas páginas en las que el joven diputado le da la vuelta al filme de la crisis.

Garzón interpreta “la actual crisis económica como un extraordinario saqueo de las finanzas públicas y de los bolsillos de los ciudadanos por parte de un sector minoritario de la sociedad”. A partir de esta premisa reflejada en las primeras líneas del ensayo parten cuatro capítulos en los que el autor analiza qué ha ocurrido y a través de qué mecanismos, en qué medida tiene relación con las ideologías y qué sociedad podemos desear. Sin embargo la pregunta que vertebra todo el texto no es quién se ha beneficiado (y beneficia) de esta situación económica sino una mucho más positiva: ¿cómo podemos salir de este atolladero?

El ciclo del capital
Ejemplo de crecimiento simbiótico en Europa - fuente propia
La clave del problema para un economista como es Alberto Garzón está en analizar el funcionamiento del sistema económico en el que vivimos inmersos, es decir, el capitalismo. Así, a través de múltiples ejemplos nos muestra cómo el rumbo capitalista va siempre encaminado a la obtención de más y más rentabilidad en una espiral sin fin… o con un fin, cuando algo falla y llegan los contratiempos, la crisis. Se trata, como es evidente, de una estructura destinada al agotamiento tanto de sus recursos humanos como de los recursos naturales del planeta. También para explicar la situación financiera hace alusión a los modelos de crecimiento simbiótico que se han creado en el seno de Europa. Es decir, los países del centro (los más ricos), como Alemania se han dedicado a exportar bienes a los países periféricos (los más pobres), como España y éstos últimos, han comprado esos productos muchas veces a partir del dinero que era prestado por los primeros en una especie de círculo vicioso que se retroalimenta hasta que alguna pieza del mecanismo se estropea.

Ejemplo del ciclo del capital - fuente propia

El timo y el saqueo
Y ante una situación de crisis real aparece la estafa en distintos modos. Los mecanismos para orquestar este atraco al Estado de bienestar han sido muchos y variados, entre los que se destaca el haber potenciado los impuestos indirectos en lugar de los directos de modo que la solidaridad del sistema trastabille. Aquí cabe algún desmentido como el que la deuda pública lejos de dispararse antes de la crisis lo hizo después y por tanto no es causa de ésta sino una de sus consecuencias. Otro de los ejemplos de este timo es, en palabras del diputado, el siguiente: “se ha permitido que un banco pudiera pedir prestado al uno por ciento nuestro dinero, el dinero público del Banco Central, para prestárnoslo a nosotros mismos al siete por ciento… nos prestan nuestro dinero más caro para enriquecerse; además las entidades que han sido rescatadas”. Nos encontramos entonces ante una socialización de pérdidas, riesgos y deudas pero nunca de beneficios. Según nos cuenta y dado que se trata de un proceso que pretende obtener siempre más y más rendimiento y ahora no funciona, siguiendo sus reglas sólo se puede pelear a la baja. Es decir, hay que vender más barato y para ello abaratar las materias primas y tener menos trabajadores más baratos hasta que se rompa el ciclo negativo. Sin embargo para él esto supone un auténtico acto de fe puesto que todos parecemos jugar la misma partida y nada asegura quién será el vencedor. De este modo nos convertimos poco a poco en un “país en vías de subdesarrollo”.

                                               Cambalache: solidaridad por caridad
Protestas en la Puerta del Sol - David Ruíz
En este contexto la desafección por la política es mayoritaria. Desde el gobierno “se ha sustituido la solidaridad, que es compartir, por la caridad, que es dar” y “nos venden el exilio como si fueran vacaciones”. En definitiva, el Estado parece estar ausente. Las instituciones ni están ni se las espera. Y la distancia entre la clase política y la ciudadanía no para de crecer. Hay ejemplos de sobra y Garzón subraya, “las encuestas dicen que el ochenta por ciento de la población está a favor de la dación en pago retroactiva y los dos grandes partidos en todas las votaciones desde hace tres años han votado en contra. Cuando los partidos políticos están votando en contra de lo que opina la mayor parte de la ciudadanía, tenemos un problema democrático”. A pesar de lo que se pueda pensar él no cree que esto signifique una despolitización sino muy al contrario, una vuelta de las ideologías.

Puerta del Sol, movilizaciones del 15-M en Madrid, un movimiento
que representa "un grito mudo" para Alberto Garzón - Foto de Elena del Estal

Necesidad de cambio
Alberto Garzón durante la rueda de prensa
Con el credo predominante puesto en entredicho hay que repensarlo todo. Afirma que “la socialdemocracia como concepto teórico está acabada si no lucha contra el marco institucional actual” y al mismo tiempo considera que el marxismo lejos de estar anticuado, es muy necesario en este momento. “Es una ideología antigua, pero no anticuada”, matiza. Consciente de la rigidez de su partido, Izquierda Unida, que sin embargo es de los más flexibles al estar concebido también como movimiento social, considera que la ‘marca’ de la organización está algo quemada y tiene connotaciones negativas para alguna gente. En este mundo mediatizado en el que la imagen vale tanto como para que un partido como el PSOE plantee cambios en su nombre o utilice el color azul en lugar del característico rojo, Garzón no duda en afirmar “yo lo que quiero es la revolución, por decirlo de una forma muy sencilla, una transformación social”.

Retomar las riendas
Ante la actual situación hay que plantear la sociedad que queremos construir. Así lo hace ver en el tercer capítulo de este ensayo: podemos encaminarnos hacia una sociedad bárbara de semiesclavitud o luchar por alcanzar el Estado de derecho y una democracia real, que vaya más allá de un pálido reflejo de lo que debería ser. Para ello sería preciso un nuevo proceso constituyente así como denuncia en su obra la necesidad de una base social y la creación de nuevas instituciones en las que reine una absoluta transparencia, sanciones que limiten la corrupción y una justicia ágil puesto que al fin y al cabo “el corrupto es corrupto porque puede”. Reivindica una educación política para que la población comprenda realmente qué ocurre a su alrededor, una información que vaya más allá del impacto puro y duro y una política limpia y participativa. En su opinión es inevitable que este mundo llegue a su fin lo haga de modo pacífico o no y tendrá que enfrentarse al dilema de “socialismo o barbarie”. La decisión es fundamentalmente nuestra. Como deja escrito en su libro “siempre nos queda la posibilidad de retomar las riendas de nuestra propia vida”.

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La gran estafa (ed. Destino) es el último libro publicado por Alberto Garzón Espinosa.


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