¿Quién es el ladrón y
quién el robado en esta película? Ése es el subtítulo de La gran estafa, el último libro de Alberto Garzón. Algo más de
doscientas páginas en las que el joven diputado le da la vuelta al filme de la
crisis.
Garzón
interpreta “la actual crisis económica como
un extraordinario saqueo de las finanzas públicas y de los bolsillos de los
ciudadanos por parte de un sector minoritario de la sociedad”. A partir de
esta premisa reflejada en las primeras líneas del ensayo parten cuatro
capítulos en los que el autor analiza qué ha ocurrido y a través de qué
mecanismos, en qué medida tiene relación con las ideologías y qué sociedad
podemos desear. Sin embargo la pregunta que vertebra todo el texto no es quién
se ha beneficiado (y beneficia) de esta situación económica sino una mucho más
positiva: ¿cómo podemos salir de este atolladero?
El ciclo
del capital
Ejemplo de crecimiento simbiótico en Europa - fuente propia |
La
clave del problema para un economista como es Alberto Garzón está en analizar el
funcionamiento del sistema económico en el que vivimos inmersos, es decir, el
capitalismo. Así, a través de múltiples ejemplos nos muestra cómo el rumbo
capitalista va siempre encaminado a la obtención de más y más rentabilidad en
una espiral sin fin… o con un fin, cuando algo falla y llegan los
contratiempos, la crisis. Se trata, como es evidente, de una estructura
destinada al agotamiento tanto de sus recursos humanos como de los recursos
naturales del planeta. También para explicar la situación financiera hace
alusión a los modelos de crecimiento simbiótico que se han creado en el seno de
Europa. Es decir, los países del centro (los más ricos), como Alemania se han
dedicado a exportar bienes a los países periféricos (los más pobres), como
España y éstos últimos, han comprado esos productos muchas veces a partir del
dinero que era prestado por los primeros en una especie de círculo vicioso que
se retroalimenta hasta que alguna pieza del mecanismo se estropea.
Ejemplo del ciclo del capital - fuente propia |
El timo y el saqueo
Y
ante una situación de crisis real aparece la estafa en distintos modos. Los
mecanismos para orquestar este atraco al Estado de bienestar han sido muchos y
variados, entre los que se destaca el haber potenciado los impuestos indirectos
en lugar de los directos de modo que la solidaridad del sistema trastabille.
Aquí cabe algún desmentido como el que la deuda pública lejos de dispararse
antes de la crisis lo hizo después y por tanto no es causa de ésta sino una de
sus consecuencias. Otro de los ejemplos de este timo es, en palabras del diputado,
el siguiente: “se ha permitido que un
banco pudiera pedir prestado al uno por ciento nuestro dinero, el dinero
público del Banco Central, para prestárnoslo a nosotros mismos al siete por
ciento… nos prestan nuestro dinero más caro para enriquecerse; además las
entidades que han sido rescatadas”. Nos encontramos entonces ante una
socialización de pérdidas, riesgos y deudas pero nunca de beneficios. Según nos
cuenta y dado que se trata de un proceso que pretende obtener siempre más y más
rendimiento y ahora no funciona, siguiendo sus reglas sólo se puede pelear a la
baja. Es decir, hay que vender más barato y para ello abaratar las materias
primas y tener menos trabajadores más baratos hasta que se rompa el ciclo
negativo. Sin embargo para él esto supone un auténtico acto de fe puesto que
todos parecemos jugar la misma partida y nada asegura quién será el vencedor.
De este modo nos convertimos poco a poco en un “país en vías de subdesarrollo”.
Cambalache:
solidaridad por caridad
Protestas en la Puerta del Sol - David Ruíz |
En
este contexto la desafección por la política es mayoritaria. Desde el gobierno
“se ha sustituido la solidaridad, que es
compartir, por la caridad, que es dar” y “nos venden el exilio como si fueran vacaciones”. En definitiva, el
Estado parece estar ausente. Las instituciones ni están ni se las espera. Y la
distancia entre la clase política y la ciudadanía no para de crecer. Hay
ejemplos de sobra y Garzón subraya, “las
encuestas dicen que el ochenta por ciento de la población está a favor de la
dación en pago retroactiva y los dos grandes partidos en todas las votaciones
desde hace tres años han votado en contra. Cuando los partidos políticos están
votando en contra de lo que opina la mayor parte de la ciudadanía, tenemos un
problema democrático”. A pesar de lo que se pueda pensar él no cree que
esto signifique una despolitización sino muy al contrario, una vuelta de las
ideologías.
Puerta del Sol, movilizaciones del 15-M en Madrid, un movimiento que representa "un grito mudo" para Alberto Garzón - Foto de Elena del Estal |
Necesidad
de cambio
Alberto Garzón durante la rueda de prensa |
Con
el credo predominante puesto en entredicho hay que repensarlo todo. Afirma que
“la socialdemocracia como concepto
teórico está acabada si no lucha contra el marco institucional actual” y al
mismo tiempo considera que el marxismo lejos de estar anticuado, es muy
necesario en este momento. “Es una
ideología antigua, pero no anticuada”, matiza. Consciente de la rigidez de
su partido, Izquierda Unida, que sin embargo es de los más flexibles al estar
concebido también como movimiento social, considera que la ‘marca’ de la
organización está algo quemada y tiene connotaciones negativas para alguna
gente. En este mundo mediatizado en el que la imagen vale tanto como para que un partido como el PSOE plantee cambios en su nombre o utilice el color azul en lugar del
característico rojo, Garzón no duda en afirmar “yo lo que quiero es la revolución, por decirlo de una forma muy
sencilla, una transformación social”.
Retomar
las riendas
Ante
la actual situación hay que plantear la sociedad que queremos construir. Así lo
hace ver en el tercer capítulo de este ensayo: podemos encaminarnos hacia una
sociedad bárbara de semiesclavitud o luchar por alcanzar el Estado de derecho y
una democracia real, que vaya más allá de un pálido reflejo de lo que debería
ser. Para ello sería preciso un nuevo proceso constituyente así como denuncia
en su obra la necesidad de una base social y la creación de nuevas
instituciones en las que reine una absoluta transparencia, sanciones que
limiten la corrupción y una justicia ágil puesto que al fin y al cabo “el corrupto es corrupto porque puede”.
Reivindica una educación política para que la población comprenda realmente qué
ocurre a su alrededor, una información que vaya más allá del impacto puro y
duro y una política limpia y participativa. En su opinión es inevitable que
este mundo llegue a su fin lo haga de modo pacífico o no y tendrá que
enfrentarse al dilema de “socialismo o barbarie”. La decisión es
fundamentalmente nuestra. Como deja escrito en su libro “siempre nos queda la posibilidad de retomar las riendas de nuestra
propia vida”.
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La gran estafa (ed. Destino) es el último libro publicado por
Alberto Garzón Espinosa.
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