El
cañón de la pistola sobre la sien, el gélido acero rozando la piel haría
estremecer a cualquiera. Al disparar, la única bala del tambor puede tener como
destino nuestro cerebro o simplemente seguir girando en el revólver y estar
preparada para el siguiente. Ese ‘click’ al apretar el gatillo y luego nada.
¿No les resulta excitante?
Bosco
está al borde del precipicio. No tiene trabajo, no tiene apenas mobiliario en
su modesto hogar y le van a desahuciar en menos de un mes. Tampoco tiene amor ni
amigos. Su única amante fiel es la botella de whiskey y junto a ella le
encontramos al empezar la función. El treintañero tirado sobre la cama en ropa
interior, dormido y borracho. Y su incondicional de vidrio, no muy lejos. Los recuerdos
y pesadillas dan vueltas en su cabeza, sobre la persiana, mientras una caja de
música desliza en nuestros oídos las notas de La vie en rose. La canción nunca sonó tan inquietante.
Llaman
a la puerta y llega ella. Una sensual rubia que, según dice, quiere ayudarle
con su “situación económica adversa”.
Ante una frase tan burocrática y fría, Bosco se cierra en banda pero pocos
minutos después un misterioso poema abre a la joven las puertas de su casa. Desde
el instante en que el protagonista la permite pasar, la obra se convierte en un
cuerpo a cuerpo entre los dos actores que manejan un ping-pong dialéctico en
distancias cortas. Durante una hora la confusa trama dará vueltas de espiral
sobre sí misma sin que tengamos muy clara la biografía de los dos singulares sujetos
ni qué es lo que les une. ¿Es que podría acaso ser todo casual? Lo cierto es
que la intrincada historia nacida de la pluma de Saúl F. Blanco bien podría ser
fruto de la mente de Amélie Nothomb por su estilo de extrañeza y perversión.
Entre
las sinuosas curvas del texto, Juan López-Tagle interpreta con enorme veracidad
a Bosco, un tipo absolutamente desesperado y solo, cuyo alcoholismo es casi una
mera anécdota entre la oscuridad de su vida. Su contrapunto es la descarada
rubia representada por Laura Río, que nos hace pasar de un asombro inicial a lo
que casi es un temor ante esa mujer manipuladora y fría que juega con Bosco a
su antojo. Entre risas y bailes a ciegas parece capaz de convertir a cualquiera
en una mera marioneta y seducirle para terminar jugando a la ruleta rusa en una
sórdida “noche de acero”.
“Las casualidades no existen”. Éste es un
mantra que repite una y otra vez hasta que por fin se nos demuestra cuando la
angustia de Bosco llega a su clímax al tiempo que lo hace la tranquilidad de la
enigmática y turbia mujer a la que da vida Laura Río. Luces y sombras luchan a
brazo partido en el hall del Teatro Lara entre una cama, una persiana y una
mesa, eso es todo. Una escenografía sobria pero efectiva que hace de ring para
los dos personajes de una obra con más incógnitas que respuestas. Un off que no
dejará indiferente a nadie.
Teaser
de Noches de Acero
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Noches de acero se representa en el Teatro Lara de Madrid el 13, 21 y 27 de marzo a
las 22:00 horas.
Juan
López-Tagle y Laura Río son los actores de esta obra escrita por Saúl F. Blanco
y dirigida por Eduardo Velasco.
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