Chico conoce a chica; se enamoran; deciden ir a
vivir juntos; surgen problemas… El argumento de Perversiones sexuales en Chicago es el clásico de una comedia
romántica a la que se añade un elemento central que lo altera todo: el sexo.
Dan y Berny son dos amigos a los que les gusta
salir por ahí, pasarlo bien, hablar de sexo y a ser posible, practicarlo. Joan
y Deborah son dos amigas a las que les gusta salir por ahí, pasarlo bien,
hablar de sexo y a ser posible, también practicarlo. Digamos que a primera
vista no hay grandes diferencias entre unos y otros. Una noche cualquiera en un
bar cualquiera los hados del destino deciden juntar a los cuatro en un mismo espacio-tiempo
y por obra y gracia de las hormonas y el alcohol se produce el milagro. Dan y
Deborah se conocen, se gustan y se enamoran. Berny y Joan se conocen, se
desagradan y se odian. Deben ser cosas del equilibrio cósmico.
Hasta aquí todo normal. Pero si algo caracteriza
a esta obra teatral es precisamente el sexo. No porque se practique en escena
ni porque sea particularmente perverso, como cabría esperar de su título, sino
por las constantes alusiones a él. Los diálogos giran y se enrocan en torno al
sexo una y otra vez. El cuerpo masculino y sobre todo, femenino y la
posibilidad de follar de todos los modos habidos y por haber copan las palabras
de los personajes durante los noventa minutos de función.
Parece que con tanta desvergüenza en las
relaciones todo tiene que ser muy moderno y desenfadado, pero al fin y al cabo
estos chavales también son personas y los celos son una cosa muy humana. En la
convivencia del amoroso par protagonista no tardan en aparecer los roces
causados por los detalles más pequeños, como el champú o por los más íntimos,
como son los asuntos de cama. Un problema de eyaculación precoz comentado entre
amigos o un vídeo follando con un exnovio pueden erosionar a la pareja más
sólida. Y Debby y Dan no van a ser menos. Sobre todo con la inestimable ayuda
del impresentable Bernard y la amargada insoportable Joan. A ninguno de los dos
les hace gracia que su mejor amigo y mejor amiga respectivamente les hayan “abandonado”
por alguien que antes o después les hará daño. Es más, a ambos les resulta
notablemente antipático el novio del colega correspondiente y no se molestan en
esconderlo. “¿Le vas a poner los cuernos a
mi amigo?” le pregunta a bocajarro Bernny a Deborah. “No ha sido un placer” sentencia de forma cortante Joan mirando a
los ojos a Dan.
Lo cierto es que el vocabulario deslenguado,
explícito y a veces grosero pudo resultar muy transgresor cuando el escritor David Mamet estrenó Sexual Perversity in Chicago (título original) en los años setenta. Puede que incluso continuase
resultando chocante cuando Demi Moore protagonizó la versión cinematográfica About Last Night… (¿Te acuerdas de anoche? En la versión española) en 1986. Pero tampoco deja de ser verdad
que en estos casi cuarenta años de existencia el público se ha curado de
espanto y ya no sorprende hablar del sabor del semen o de tríos con
desconocidos. Así pues, cada carcajada del público debe su mérito
fundamentalmente al saber hacer de los cuatro actores más que a los diálogos
creados por el autor de El cartero siempre llama dos veces. Se trata en definitiva de una comedia romántica
con no muchas perversiones, abundante sexo y que, eso sí, se desarrolla en
Chicago.
De izda. a dcha. Cristina Alcázar, Javier Mora, Javier Pereira y Adriana Torrevejano |
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Perversiones sexuales en Chicago ha prorrogado
sus funciones en el Teatro Lara de Madrid, pero sólo hasta el 14 de abril.
Una obra dirigida por Juan Pedro Campoy y
protagonizada por Javier Pereira (Dan),
Adriana Torrevejano (Deborah), Javier Mora (Bernard) y Cristina Alcázar (Joan).
Pues no sé, leyendo tu reseña no me atrae mucho. En mi opinión, el sexo solo debe ser un complemento de la historia, y no el tema alrededor del cual gira la historia.
ResponderEliminarEl problema no es ése exactamente... pero sí que a la obra le falta una cocción.
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